¿Se puede prevenir la depresión a través de la promoción de forma simultánea de varios estilos saludables?

Irene Gómez-Gómez - Universidad Loyola Andalucía

La depresión es una enfermedad mental común que afectó a más de 300 millones de personas en el mundo durante el año 2015 (World Health Organization, 2017). En el año 2019 se ha estimado una prevalencia mundial del 3.8% para el total de la población, siendo del 5% entre la población adulta (Institute of Health Metrics and Evaluation, 2019)A esta alta prevalencia se le suma que la depresión presenta una importante carga de enfermedad, siendo una de las principales causas de años vividos con discapacidad tanto para hombres como para mujeres (James et al., 2018). Los costes económicos asociados a la depresión también son importantes (326 billones de dólares) (Greenberg et al., 2021).

Ante este escenario, el desarrollo y exploración de nuevas estrategias preventivas que permitan reducir, no solo la prevalencia, sino la carga de enfermedad asociada a la depresión se convierte en un elemento prioritario a nivel mundial. Una de estas estrategias es lo que se conoce como la prevención “indirecta” (Cuijpers, 2021), consistente en intervenir sobre problemas relacionados con los trastornos depresivos, pero no directamente sobre el trastorno depresivo en sí.

La prevención de la depresión a través de la promoción de estilos de vida saludables puede jugar un papel clave dentro de las estrategias de prevención indirecta. La evidencia científica disponible ha puesto de relieve que los estilos de vida no saludables pueden estar implicados en el desarrollo de los trastornos depresivos (Cao et al., 2020; Fluharty et al., 2017; B. Li et al., 2017; Ruiz-Estigarribia et al., 2019; Sarris et al., 2014). De hecho, algunos de estos estudios han observado la existencia de una relación bidireccional entre los estilos de vida no saludables y la depresión (Cao et al., 2020; Fluharty et al., 2017; Y. Li et al., 2017; Ruiz-Estigarribia et al., 2019).

De los diferentes estilos de vida no saludables existentes, la inactividad física, el consumo de tabaco y la baja adherencia a una dieta saludable son los más prevalentes especialmente en los países desarrollados (Galán et al., 2006; Mozaffarian et al., 2012; Silva et al., 2013). A este hecho se le suma que entre el 30% y el 40% de la población adulta presenta un perfil de co-ocurrencia de estos estilos de vida no saludables (Galán et al., 2006; Mozaffarian et al., 2012; Silva et al., 2013).

En este escenario, las intervenciones de cambio de comportamiento múltiple (en las que se aborda la promoción de dos o más estilos de vida dentro de una misma intervención) pueden responder de forma efectiva ante este perfil de co-ocurrencia y también podrían considerarse una posible estrategia preventiva de los trastornos depresivos.

La evidencia científica disponible es limitada y reciente. Solamente se han encontrado tres estudios de revisión sistemática y meta-análisis que hayan abordado esta cuestión (Cezaretto et al., 2016; Gómez-Gómez et al., 2020; Wong et al., 2021). De forma detallada, el estudio de Cezaretto et al. (2016), que incluyó un total de 19 ensayos controlados aleatorizados (ECAs), encontró que las intervenciones de cambio de comportamiento múltiple eran capaces de reducir la sintomatología depresiva en pacientes con diabetes tipo II. Resultados similares fueron encontrados en el estudio de Gómez-Gómez et al. (2020) que incluyó un total de 20 ECAs. Sin embargo, hay que hacer notar que, en este estudio, cuando sólo se incluían ECAs con buena calidad el efecto preventivo de las intervenciones de cambio de comportamiento múltiple sobre la depresión desaparecía. Por último, el estudio de Wong et al. (2021), que tenía como objetivo evaluar el efecto preventivo de intervenciones de cambio de comportamiento múltiple focalizadas en actividad física, dieta y manejo del estrés y/o sueño, y que incluyó un total de 50 ECAs, encontró que las intervenciones de comportamiento múltiple eran capaces de reducir la sintomatología depresiva cuando eran comparadas con la recepción de cuidados habituales. Sin embargo, estas intervenciones no mostraron una eficacia preventiva cuando eran comparadas con un grupo de comparación activo.

A la vista de estos resultados, se hace necesario seguir aportando evidencia que permita esclarecer si las intervenciones de cambio de comportamiento múltiple pueden ser consideradas una estrategia preventiva para la prevención de la depresión.

 

Referencias:

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